Y eso es muy triste, al menos para mí.
Soy
una persona que valora muchísimo la amistad y que intenta cuidar mucho de sus
amigos y tener detalles con ellos, pero tristemente eso no es reciproco.
Desde
bien pequeña me costó tener amigos.
Y no porque no pusiera ganas y empeño en
ello, si no que los otros niños me evitaban.
Con
apenas 3 años me diagnosticaron TDAH (Trastorno del Déficit de Atención con
Hiperactividad) y empecé P-4 con el cartelito colgado de niña especial. Los
profesores, en lugar de mantenerse neutrales y tratarme como una más de la
clase se encargaron de estigmatizarme y con ello conseguir que los niños, no
solo me evitaran sino que también se burlaran de mí.
Por
todo eso mi madre decidió cambiarme de centro justo antes de empezar 5ª de
E.G.B. previamente hablando con la directora y el que iba a ser mi tutor para
explicarles mi situación y pedirles sobre todo, que no me trataran de manera
distinta
Y
aunque al principio me enfadé con mi madre porque me transfirió de una escuela
a otra casi sin darme tiempo de despedirme, luego se lo agradecí con creces.
Pase
cuatro años fantásticos rodeada de grandes compañeros que me aceptaron
automáticamente desde el primer día y me hicieron sentir muy querida.
Pase
de estar sola la mayoría de días en el recreo y no tener nada más que una amiga
con la que jugar al salir de clase, a ser, por decirlo de algún modo, la
popular.
Todo
el mundo quería estar conmigo, no había ni un solo compañero con el que no me
llevara bien. Lo mismo podía pasarme toda la hora del patio jugando al fútbol
con unos, que charlando con otros sentados en las escaleras.
Pero
los años de bonanza y buen rollo terminaron.
Empecé
la E.S.O. en un instituto yo sola, sin ningún antiguo compañero de la E.G.B.
pues el resto decidió hacer B.U.P. o FP.
Y
de nuevo la mala suerte se cebó conmigo.
Ya
he contado en otras ocasiones que fui víctima de bullying durante los 2 años
que fui al instituto
Y
tales eran mis ganas de escapar de aquel infierno, que en cuanto cumplí los 16
y me ofrecieron mi primer trabajo como dependienta de un videoclub, cogí esa
oportunidad y colgué los estudios durante 14 años hasta que con 30 decidí
retomarlos.
Como
veis, mis años estudiantiles, a excepción de 4, fueron solitarios y apenas sin
amigos
En
el instituto tuve amistades, pero pocas, porque casi nadie se arriesgaba a
estar a mi lado por miedo de las matonas y abusonas que me tenían amenazada día
si y día también.
De mi buena época escolar mantengo amigos,
pero ya sabéis como son estas cosas a según qué edad. Cada uno tiene su vida y
no tienen tiempo para ti.
Y
bueno, cuando con 19 años me embarque en una relación sentimental demasiado
seria, focalicé mi vida social al entorno de mi pareja en un 90%.
Mantenía
amistades que tenia de antes de conocerle, pero con el tiempo me fui alejando e
incluso discutiendo con ellos.
Total,
durante los casi 13 años que estuve con mi ex pareja sus amigos eran mis amigos.
Craso
error.
Porque
podéis adivinar perfectamente que ocurrió con esos amigos cuando la relación
termino ¿verdad?
Pues
que aquellos que en un principio decían mantenerse neutrales y seguir siendo
amigos de ambas partes acabaron por decidirse por uno de los dos.
Y obviamente
no fui yo.
Solo
dos personas mantuvieron su palabra.
Una de ellas, para mi pena, se mudó a
Australia hace poco más de dos años, y con su marcha se me fue un pilar muy
grande de mi vida y uno de mis mejores amigos.
Y
la otra curiosamente es la mejor amiga de mi ex, y de las pocas que ha sido
capaz de mantener la amistad con los dos sin fallarle ni a uno ni al otro.
El
resto de amigos, deberían aprender de ella.
Y
otro detalle, otra de las pocas amigas que tengo es la prima de mi ex pareja,
la cual se ha mantenido fiel a mi lado en todo momento y me ha defendido
siempre ante todo y todos.
Nunca
podré llegar a agradecerle todo lo que ha hecho y hace conmigo.
Luego
algo gracioso es que hay personas que ven mal y antinatural que tenga relación
con la actual pareja de mi ex.
Quizás
si tengo relación con ella y la puedo considerar amiga es porque ella, quien
menos cabría esperar debido a toda la historia que las dos llevamos cargada a
las espaldas, se preocupa por mi mucho más que amigos míos de hace años.
Amigos
a los que les digo de quedar y siempre tienen excusas para negarse a ello.
Nunca tienen tiempo para mí.
Una
de las penas que arrastro es el hecho que mi ex nunca me considero su amiga.
Para él era su pareja y punto.
Eso
sí, cuando me dejó me dijo que entonces si podíamos ser amigos. Le dije que no.
Pero
la tristeza más grande con la que tengo que lidiar es la de haber perdido todo
contacto con mi última pareja, a quien además consideraba mi mejor amigo.
Durante
el año y medio que estuvimos juntos me juraba que si algún día dejábamos de
estar juntos de ninguna de las maneras quería desparecer de mi vida y me pedía
que fuera su amiga.
Según él era yo quién le dejaría porque me cansaría de él,
pero no, quien se canso fue él de mí.
Y
me odio a mí misma por echarle de menos, porque no se lo merece.
No se lo
merece cuando ha desaparecido contradiciéndose a sí mismo que insistía meses
atrás de que jamás lo haría.
Y
por lo demás, llevo 7 meses pasando por una depresión bastante jodida. Aunque mejor
debería decir que estoy atravesando un bache en la depresión que padezco desde
hace 13 años.
Y
en estos meses me he sentido completamente sola a excepción de las personas de las que he hablado más arriba.
Los
primeros dos meses posteriores a mí ruptura me los pase encerrada en casa sin
pisar la calle.
No
contestaba ni los mensajes de WhatsApp y aun así la gente no se dio por aludida
de que estaba pasándolo mal.
No
os podéis hacer ni una mínima de lo abandonada que me sentí.
Y
sorprendentemente quien se preocupó por mí fue aquella persona que menos
imaginaria, la futura mujer de mi ex.
Y
fue ella la que con ese gesto me demostró mucho más que otras personas de mi
vida.
Yo,
que soy una persona detallista con aquellos que me rodean y a los que tengo
estima, no consigo entender porque a cambio de eso que yo doy, no recibo un
poco del mismo tipo de trato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario