Estoy
cambiando.
Ya no soy la
que era hace 15 años.
Ni tan siquiera soy como solía ser hasta hace 6 meses.
Poco a poco me estoy recomponiendo y recuperando la esencia de mi yo de antes,
de mi yo antes de convertirme en otra mujer alienada por culpa del machismo y
el patriarcado.
Me estoy
deconstruyendo y estoy descubriendo, poco a poco, lo que es el feminismo, la
sororidad y el empoderamiento.
¿Qué ha
pasado para que esto esté sucediendo?
Quizás os lo estáis preguntando, probablemente no.
Pues bien,
durante los casi 13 años que estuve con mi ex pareja, estuve rodeada de
actitudes y comentarios machistas, y de tanto percibirlos y oírlos acabe
volviéndome una persona muy misógina.
Aunque ahora
mismo admitir esto me produzca mucha rabia hacia mí misma por haber sido así de
odiosa y asquerosa, es bueno aceptar que en el pasado has sido una mierda de
persona, pero que has aprendido de ello y estas luchando por cambiar todo eso.
Cuando mi ex
pareja me dejo hace justo 3 años, mi animadversión hacia el resto de mujeres
era brutal. Se salvaban mis amigas, y por poco. Pues mi ex en muchas ocasiones
había hecho comentarios muy desafortunados de ellas con connotaciones sexuales
que habían despertado celos en mí.
En aquellos tiempos me enfadaba con ellas,
porque estaba tan ciega que creía que eran ellas las que había provocado esa
situación y no mi pareja.
Los meses
posteriores a la ruptura fueron duros.
Seguíamos viviendo juntos, incluso
compartíamos la misma cama. Ocultamos a casi todo el mundo que estábamos
separados, solo unos pocos amigos lo sabían. Y todo eso me hacía creer de
manera errónea, que quizás mi ex se replantearía las cosas y volvería conmigo.
Seis meses
después de que él pusiera fin a nuestra relación, me contó que había conocido a
una chica y obviamente me lo tome fatal.
Ese día fue de las pocas veces que
hable mal de esa chica.
Pero mi ex, para “tranquilizarme” me dijo que no me
pusiera así porque era una chica sin más, que no era nada serio (nada serio,
que se casan en menos de dos semanas, todo sea dicho)
Pasaron unas
pocas semanas, y un día, en un arrebato de romanticismo (o eso pensé yo) mi ex
me llevo a comer a uno de mis sitios favoritos. Incrédula de mí vi aquello como
un paso hacia nuestra reconciliación. Pero no.
Después de
la comida me llevo a casa y se fue con esa chica con la que según él, no había
nada importante.
Me derrumbé.
Y cometí el mayor error de mi vida.
Mezclé un
montón de pastillas, ansiolíticos y antidepresivos con lo que quedaba de una
botella de vodka negro y luego me tumbé en la cama esperando que hicieran el
efecto deseado.
Pero como
podéis comprobar no fue así.
Me quede
dormida ipso facto y desperté al día siguiente con una migraña horrorosa, pero
nada más.
Lo tome como
una señal.
Algo me decía que si eso no había tenido el efecto esperado era por
algún motivo.
Hasta la
fecha yo me había negado a conocer a otros chicos, pues tenía la estúpida
esperanza de volver con él.
Pero a partir de ese día, eso cambio.
Me metí en
una web de buscar pareja dispuesta a conocer a alguien que valiera la pena.
Tuve una
suerte enorme, porque no tuve que hablar con demasiados babosos para poder dar
con uno que fuera majo.
Hablamos
durante un par de semanas. Quedamos. Surgió la química, quizás demasiada. Y
estuvimos juntos 2 meses geniales.
Pero se terminó. De buenas maneras y sin
malos rollos. Él seguía colgado de una chica con la que estuvo antes de
conocerme (ella vivía en México y él en Barcelona y su historia era imposible,
pero en fin, el corazón a veces no entiende de razones)
Pero aun
así, eso hizo que volviera a sentirme fatal conmigo misma y que mi odio hacia
las mujeres creciera.
Cosas del
destino, el mismo día que ese chico decidió poner punto y final al comienzo de
algo que podría haber sido maravilloso,
en la misma web donde nos habíamos
encontrado, apareció el gran de mi vida.
Quizás quede
fatal decir esto de alguien con el que he estado apenas un año y medio en comparación
de los casi 13 que estuve con mi anterior pareja, pero es que es así.
Lo que yo sentí
por esta persona no se puede comparar en lo más mínimo a lo que algún día pude
sentir por mi ex.
Estuvimos
hablando durante un mes.
Me daba auténtico pánico sentir lo que estaba
sintiendo,
porque algo dentro de mí me decía que me acabaría dando otra ostia,
pero aun así me rendí.
Me rendí a
quedar con él y nada más verle, acabar enamorada
hasta las trancas.
Los primeros
dos meses fueron perfectos.
Se quedaba muchos días en mi casa y prácticamente
hacíamos vida de pareja y era genial (mi ex y yo seguíamos viviendo juntos,
pero justo una semana antes de empezar mi historia con este chico, él había
decidido irse a casa de sus padres, ahora que ya sabían que ya no estábamos
juntos y él tenía otra novia)
¿Qué ocurrió
para que todo eso cambiara?
Poco antes de
hacer los 2 meses de pareja, me entere de toda la verdad respecto a mi ex.
Cuando un
año atrás había decidido romper conmigo, él ya llevaba casi 2 años de relación
paralela con esa chica de la que hable antes, su futura mujer.
Y mi cabeza
exploto.
Todo lo que
mi cerebro había estado acumulando durante todos esos años empezó a brotar.
Todas esas
sospechas de que tenía amantes y me engañaba con otras, ahora cobraban sentido
y verdad.
Siempre que
yo le había echado en cara de que me era infiel, él me lo negaba y me tildaba
de loca, de que veía cosas donde no las había y que me montaba películas.
¿Y quien
pago todo eso?
Efectivamente,
mi pareja.
Y aunque era
la persona que más quería y he querido en toda mi vida, mi lado misógino se
volvió más patente y visible a partir de descubrirse todo.
Empecé a
desconfiar de él.
A creer que me engañaba con otras, como ya había hecho mi
otra pareja.
Él se llevaba bien con todas sus ex novias, estaba en contacto con
ellas, quedaba con ellas… y yo eso lo llevaba terriblemente mal.
Reconozco
con todo el dolor de mi corazón, que en aquellos días hable fatal de esas chicas,
pues pensaba, erróneamente, que si todavía seguían en contacto era porque había
la posibilidad de que me dejara y volviera con alguna de ellas.
Mi cerebro también
empezó a dictarme cosas como que él realmente no me quería, que estaba conmigo
por algún tipo de interés, que me acabaría dejando aunque él dijera por activa
y por pasiva que la que rompería la relación seria yo (finalmente me dejo y
desgraciadamente acabe teniendo la razón una vez más)
Y toda esa
mierda que tenía dentro, toda esa basura que me había convertido en una persona
odiosa con ideas retrogradas
sentimientos de rabia y animadversión hacia otras mujeres acabo
pasándome factura.
Hace casi 7
meses, por todo eso, acabe perdiendo al único y verdadero amor de mi vida.
Y no sé qué
duele más, si la decepción de otra derrota, el corazón roto o el sentimiento de
culpabilidad tan enorme que siento.
Por todo
esto estoy cambiando.
A esas
chicas de las que pensé mal en algún momento que eran mis mayores enemigas, me
tome la molestia de conocerlas.
Excepto una de ellas, que resultó ser bastante
borde y desagradable conmigo, las otras 3 son geniales y a día de hoy estoy en
menor o mayor contacto con ellas y me parecen unas personas fantásticas y unas
mujeres estupendas.
Incluso la
chica que va a convertirse en breve en la esposa de mi ex, la conocí
personalmente y nos llevamos genial.
Y espero que con el paso del tiempo
podamos ser grandes amigas, aunque a la gran mayoría de las personas que me
conocen les parezca una locura y algo “antinatural”
Esta
sociedad nos adoctrina de tal manera que acabamos viendo que el resto de
mujeres como el enemigo y eso es un gran error.
Y yo he
tardado más de 15 años en darme cuenta de que tan equivocada estaba.
Ahora, como
ya he dicho al principio de este rollazo que os he soltado, soy una nueva
persona.
Veo a las
demás chicas y mujeres como “hermanas” y aliadas.
Y esto es
solo el principio de mi deconstrucción y mi empoderamiento.
¡Lo mejor está por
llegar!
La lastima
es no haber dejado de ser una mujer alienada dos años atrás.
Quizás así, ahora
seguiría teniendo a mi lado a la mejor persona que tuve la gran suerte de
conocer en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario