Seguro que más de una vez en tu vida te has sentido fuera de lugar, que no encajas con tu familia, tu pareja o grupo de amigos, o peor aún, que no encajas en este mundo.
Pues bien, yo siento eso todos los días de mi vida desde que
tengo uso de razón.
Supongo que se debe a que desde bien temprana edad siempre me he sentido desplazada, apartada e ignorada.
Ya he contado con anterioridad que siendo una niña de
apenas 3 años, me diagnosticaron TDAH, lo cual provocó el rechazo por parte de
mis compañeros de clase e incluso mis profesores, e hizo que mi madre
decidiera cambiarme de colegio a los 9 años.
Pasé los últimos cuatro años de colegio la mar de bien,
rodeada de buenos docentes y aún mejor, de unos compañeros maravillosos.
Pero llegó el instituto, y yo, una chica de 14 años con
sobrepeso, gafas y ortodoncia, la cual hasta la fecha solo había sentido
rechazo a raíz de la ignorancia de la gente, ahora empezaba a sufrir insultos,
burlas y amenazas día si y día también en el instituto.
Todo aquello hizo, que mi ya de por si débil autoestima, se hiciera añicos y que desde entonces, nunca me haya sentido bien en mi propia piel y siempre este con la incertidumbre de si caigo bien a la gente que me rodea o tan solo son amables conmigo por pena.
O de auto convencerme siempre, de
que cuando alguien me gusta, no soy digna de esa persona y que jamás de los
jamases podría fijarse en alguien como yo.
Para empezar, con 13 años, cuando deje de ser hija, nieta y
sobrina única tras la llegada de mi hermano, y posteriormente los nacimientos
de mis primos, ya comencé a sentir la indiferencia y la ausencia de cariño por
parte de mi propia familia (excepto mi madre)
Nunca, y os juro que es totalmente cierto, ningún miembro de
mi familia, ni tan siquiera mis padres, me han dicho que se sientan orgullosos
de mi o me han felicitado por algún logro que haya alcanzado. Nunca.
De ellos solo he escuchado expresiones de decepción.
En cambio, mi hermano es muy listo (es el primero de la
familia en ir a la universidad y eso ha sido machaque continuo para ser
comparada con él)
Mi prima es guapa y delgada (ella salió a su otra familia,
suerte la suya, pero yo en cambio, heredé toda la genética de nuestra familia,
bastante altura, kilos de más y corpulencia)
Total, que siempre he sido la oveja negra de mi familia.
No obstante, todo este desprecio y las constantes
comparativas, y aunque algunos miembros de mi familia, como mi abuela paterna,
han intentado siempre por todos los medios meter mierda para que les tuviera
envidia, nunca ha sido así
Por mi hermano y mis primos siento autentica adoración,
aunque es más que obvio que eso no ha sido, es y nunca será, reciproco.
Respecto a mis parejas, siempre me he sentido menos que
ellas.
Con mi primer novio formal, Juan (o súper formal, ya que
estuvimos casi 13 años juntos) no me sentía menos que él, o no al menos la mayoría
del tiempo. Pero sí que sentía mucha inseguridad ante su familia. Durante todos
los años que estuvimos juntos, siempre tuve la sensación de que les caía mal y
que por mucho que me esforzara y lo intentara, nunca me iban a aceptar como una
más de la familia. También ante los amigos que teníamos en común (algunos eran
amigos suyos o míos antes de conocernos y a otros los conocimos a lo largo de
la relación) sentía que siempre caía mejor él que yo, que a mí me aguantaban
por ser su pareja (cuando lo dejamos, muchos de ellos dejaron de hablarme y con
ello demostraron que siempre fui “la novia de…”)
Mi segunda pareja estable, Juan Carlos, siempre me hizo
sentir invisible.
En el año y medio que estuvimos juntos nunca me presentó a
un solo amigo o a su familia.
Una vez nos encontramos con su mejor amigo justo cuando nos despedíamos
en el metro y fue una situación bastante embarazosa.
No podía publicar fotos suyas o de ambos, ni tampoco podía hablar
públicamente de él. Según decía, y yo como una tonta me lo creía. Tenía fans
(hace un tiempo tenía un blog de cierto éxito y tras él un club de seguidoras
bastante taradas, ya que algunas llegaron a enviarle fotos desnudas, así que…)
y decía que si se enteraban de lo nuestro iban a malmeter y querer destrozar
nuestra relación.
Lo sé, no hace falta que me lo digáis…que gilipollas fui!
Mi tercera y última relación con cierta persona que no voy a
nombrar porque solo escuchar su nombre me pone enferma (y tócate las narices,
se llama como mi padre y mi hermano así que esa cruz me va a perseguir toda mi
vida) ha sido muy dolorosa y toxica, porque es una persona narcisista y manipuladora
psicológica.
Pero no voy a entrar en detalles porque podría llevarme días
explicaros todo lo que esa persona me ha hecho pasar durante el escaso año que
hemos estado juntos y todos los traumas y secuelas emocionales que me ha
causado y de los que poco a poco voy sanando.
Pero básicamente y resumiendo, estar con esa persona ha
hecho que todos los avances que había hecho en el casi año y medio posterior a
mi ruptura con Juan Carlos y que eran muchos (quererme a mí misma, atreverme a
vestir con ropa que enseñara algo más mi cuerpo, quitarme complejos…) todo eso
que había ganado lo hizo desaparecer con sus celos e inseguridades que
proyectaba en mi haciéndome cambiar mi forma de vivir, de ser, de vestir y
hasta de sentir.
Me ha dejado tan tocada, que sé que aunque con el tiempo
llegue a superar todo este dolor y vuela a ser la que era, jamás podré volver a
tener ningún tipo de contacto o relación con él, como por ejemplo la amistad
que tengo ahora con Juan.
Entremedio de estas 3 relaciones estables y formales, he tenido
algún que otro rollo.
Es más, la primera vez que estuve con un chico, fue en una relación
de amigos con derecho a roce. Algo que duró algo más de un año y que estuvo
lleno de abuso de poder por su parte (yo
tenía 17 y el 21)
Después de mi relación tan duradera, estuve de rollo con un
chico genial.
De él no puedo decir nada malo. Y es más, cuando todo terminó,
aquí en mi blog, le dediqué un post hablando muy bien de él. Y es que es así,
se portó de 10 conmigo.
Tras mi ruptura con Juan Carlos, estuve casi un año sin
querer saber nada de tíos, hasta que empecé a tontear con uno de twitter y la
cagué.
Después de un mes intercambiando miles de mensajes y
llamadas telefónicas, vino a mi ciudad y pasamos 24 horas juntos. Hicimos de
todo, como os podéis imaginar.
Y días más tarde de nuestro encuentro, empezó a hacerme
acoso de manera anónima a través de la app Curious Cat (os preguntareis como sé
a ciencia cierta que era él si lo hacía tras el anonimato, y es tan sencillo
como que me decía cosas que solo le había contado a él y su manera de escribir
y expresarse me la tenía más que aprendida) Por cierto, antes de todo este
ataque bully tanto suyo como su séquito de arpías de twitter, se encargo de
decirme que se había acostado conmigo por pena, que daba asco y que era una
gorda de mierda.
Y llegamos a Dani, el último tío con el que he tenido algo.
Y digo algo porque no sé ni lo que fue, porque decir follamigos sería erróneo,
ya que aunque follamos, era tan malo en la cama, que prefiero ni recordarlo, y
amigos tampoco fuimos, así que…
Pero vamos, que este también se acostó conmigo por pena y me
dejo bien claro lo que opinaba de mi físico el cual no le gustaba en absoluto.
Con todo este desprecio por parte de los tíos (y ya no os
cuento la cantidad de chavales que me rechazaron durante mi adolescencia
simplemente por mi físico porque sería un post eterno) es normal que cuando me
interesa alguien, sea incapaz de decirle algo respecto a mis sentimientos.
Porque, para qué? De que serviría decir nada si su respuesta
va a ser siempre negativa?
Después de tanto rechazo he llegado a la conclusión de que rara
vez voy a gustar a alguien.
Y que cuando consigo llamar la atención de algún chico y
este empieza a sentir cosas por mí, siempre hay algo que se interpone y hace
que cambie la historia y termine mal (si queréis saber a qué me refiero, id al
post anterior a este)
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