domingo, 5 de febrero de 2017

Y así empezó todo...

Hace un año, mi vida daba un giro inesperado y cambiaba para siempre.
Tal día como hoy doce meses atrás, en una web para conocer gente y sin buscarlo, apareció.
Tenía cuenta desde hacia tiempo, aunque no le hacia caso desde hacia dos meses porque hasta ese momento estaba conociendo a alguien con quien no funciono ya que resulto ser un fraude.
Repase todos los "hechizos" acumulados de semanas y entre todos ellos estaba el suyo.
Borré todos menos el de él.
No sé que tenía de diferente para que destacará por encima del resto, pero lo hizo.
Quizás esa pose juvenil​ al estilo de un actor adolescente protagonista de una serie ambientada en un instituto o quizás esa mirada hipnótica resaltada por unos ojazos azules que me dejaron embobada durante unos minutos.
Unos minutos en los que estuve debatiendome entre aceptarlo o no, pues no sabia si después de lo ocurrido con el otro chico era prudente arriesgarse de nuevo.
Pero aún con miedo, lo hice.
Tardo nada y menos en contestarme (exactamente 3 minutos) y con un simple : "Hola :) ¿Que tal?" yo ya estaba sonriendo como una gilipollas.
Iniciamos la conversación comentando nuestros gustos en común, que figuraban en sendos perfiles de la web.
Coincidía que a ambos nos gustaba The League Of Gentlemen y ahí empezó todo.
No obstante, y a pesar de que podría decirse que yo había experimentado un flechazo en toda regla (no sé él lo que debió sentir) había algo que me mantenía en alerta y no me permitía soltarme del todo, la diferencia de edad.
Yo ya venia de una pseudo relación con un chico 3 años más jóven que yo, y para mi había supuesto una preocupación, así que imaginaros como me sentía al colgarme en cuestión de segundos, de un chico de 21 años (yo entonces tenía 32)
Pero a pesar de separarnos 11 años, eso solo eran números, porque hablar con él era como hacerlo conmigo misma en versión masculina, teniendo en cuenta que él es más maduro que la mayoría de chicos de su edad y yo no tengo realmente la mentalidad de alguien que ha sobrepasado la treintena.
Así que todo era perfecto.
Nos pasábamos horas y horas hablando hasta que, pasadas unas dos semanas, más o menos, le confesé que me estaba empezando a gustar (mentira, me gustaba desde el minuto uno, pero no quería parecerle una loca) 
Yo sabia que él también sentía cosas por mi, en ningún momento lo había ocultado, pero yo estaba convencida que estaba confundido y de que si en algún momento nos veíamos cara a cara, se iba a arrepentir (¿a donde iba un yogurin con una vieja como yo?)
Aún con todo ese miedo y mil dudas rondandome la cabeza, continue hablando con él.
Noche tras noche conversaciones eternas que se alargaban hasta las 6 de la mañana, hablando de Lost (me dijo en aquel entonces que si había entendido su final, se casaría conmigo...) de las pelis de Kevin Smith, de su fanatismo por La Casa Azul o el mío por Fall Out Boy.
Conversaciones tontas pero que cada día se hacían más necesarias para mi, tan imprescindibles, que llegó un momento en que me di cuenta de que cuando no hablábamos, le echaba de menos.
Y pasados 11 días desde el inició de todo, me ví a mi misma encoñadisima con él.
Pero tenía muchas dudas, por un lado, algo me decía que no, que pusiera freno a todo eso, porque después del último y reciente fracaso, no podía ni debía volver a exponerme a sufrir, y por el otro, que me lanzara y probara, que ya habría tiempo para arrepentirse.
Y con esa lucha interna estuve lidiando unos días mas hasta que el 4 de marzo tome la decisión que lo cambió todo.
Le dije de quedar y vernos por fin cara a cara, convencida de que al verme no le gustaría y todo se acabaría ahí.
Pero no fue así.
Estuve todo el día nerviosa perdida, hasta que al final de la tarde nos vimos.
Cuando por fin le tuve delante se mezclaron mil sentimientos de golpe.
Habíamos bromeado con la loca idea de besarnos nada más vernos, para romper el hielo y así, de primeras, acabar con las dudas de si había química o no.
Pero ninguno de los dos se atrevió a dar semejante paso.
Aunque a mi no me hizo falta besarle en ese instante, porque nada mas verle supe que, al menos por mi parte, si había habido química.
Me temblaban hasta las pestañas, y con lo habladora que soy yo, apenas podía decir una palabra.
En cambio él, que al igual que yo le cuesta estar callado, no paraba de contarme cosas.
Y yo eso, no sé porque, lo tome como una mala señal.
Mi nula autoestima me estaba jugando de nuevo una mala pasada haciéndome creer que no le gustaba y que estaba deseando salir por patas de allí.
Estuvimos hablando un buen rato sentados en un banco de la calle hasta que propuse ir a tomar algo a un sitio que a ambos nos gustaba.
Una vez allí, él me soltó : "No vamos a basarnos ¿Verdad?"
Y ahí me di cuenta que todo eran paranoias mías y que si le había gustado.
Y si, nos besamos obviamente.
Y fue perfecto.
La confirmación de que entre nosotros había química de verdad y de la buena.
Y ese beso dio comienzo a a nuestra relación.
Pero esa es otra historia que ya contaré en otro momento...

No hay comentarios: